miércoles, 16 de marzo de 2011





Con los pies fríos, las manos calientes y un orzuelo en el ojo abandono mis 28 con un leve olor a nostalgia, leve y agradable, como el tacto de una pluma. Hace tiempo dejé atrás el miedo al paso del tiempo. No me hacía ningún favor a mí misma ahogarme en los días, analizar si mi vida era lo suficientemente perfecta para la edad que tenía, si había llegado ya lo que tenía que (tocaba) llegar. Tal vez esa sensación de estancamiento, de no avanzar, estuviera acrecentada por la falta de otras muchas cosas que nada tienen que ver con el paso del tiempo. Mis dos últimos años me han enseñado que nada es tan importante como trabajar la ilusión. Una vez encaminados en eso, el resto va rodado.
En los minutos que he pasado escribiendo este texto, he entrado en los 29. Estoy llena de amor, sé quién está a mi lado y quién no, tengo un trabajo que me ilusiona y me permite vivir (peor que mejor, pero vivo), hay un viaje que en dos meses se hará realidad y conservo las ganas de aprender mil cosas y hacer mil proyectos. No todo es bonito.Entro en los 29 con alguna espina en mi alma: desilusiones, personas que por más que quiera, no están. Pero como dice Calamaro hay que saber encajar. Y como dice Bucay, hay que aprender a soltar. No sé qué comen estos argentinos que son tan sabios, pero el caso es que tienen razón. Y ahí sigo practicando,sigo aprendiendo a soltar...sigo aprendiendo a encajar...
No voy a negar que este número impar me da respeto,pero desde que dejé de preocuparme por el tiempo la vida sólo me ha traído cosas buenas, y algo me dice que me quedan muchas otras cosas maravillosas por vivir, así que puedo decir que los primeros minutos de esta nueva edad los abarco con una sonrisa y mucha esperanza en ver grandes y pequeños sueños por cumplir. Bienvenidos,veintinueve =)

1 comentario:

  1. Pues claro que sí ¡¡¡ muy bonito nena ;) felicidadeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees

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